sábado, 9 de agosto de 2008

El eclipse: cuento de Augusto Monterroso (1921Honduras-1956)

Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

2 comentários:

Radjalma Cabral disse...

Prezado professor, os altares de sarifício nem sempre são de pedra e o que flui nem sempre é o sangue, mas, existe a certeza do sol e da lua brilhando apesar do eclípse.
Congratulações, Rad.

alexandre disse...

EL ECLIPSE



Es costumbre de los pueblos occidentales creer que su cultura es mejor, más desarrollada e importante que las demás y, que las otras son retrasadas, sin muchos conocimientos. Los pueblos son bárbaros y ignorantes. Eso fue lo que pasó en el cuento “El Eclipse”.
El Fray Bartolomé Arrazola fue encontrado por los indios perdido en una floresta terrible y muy cerrada de Guatemala. Sintiendo que iba a morir, siendo sacrificado en un altar, el fray, creyendo ser más sabio que los indígenas, por sus conocimientos, entre otros, de la filosofía Aristotélica, ya conociendo un poco de la lengua nativa y sabiendo que iba haber un eclipse solar total en aquél día, intenta engañarlos.
El fray dice para los indios que, si ellos lo mataren él iba hacer el sol oscurecerse. Los nativos apenas se quedaron con más rabia todavía de él, lo miraron fijamente, le sacaron su corazón y después leyeron para él las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.